La madre en la literatura II
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La madre y el hijo/ Pablo Picasso
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La madre y el hijo/ Pablo Picasso
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Pedro Assef
pedro@migente.us
Son múltiples y diversos los roles de “la madre” en la literatura. La gran novela rusa tiene a Ana Karenina, dividida entre su pasión de mujer y su amor de madre torturada.
El mundo grecolatino creó mitos de amor y desamor maternos: Clitemnestra, Medea, Tetis. En la literatura latinoamericana, la madre ha sido representada más en el universo de la poesía: “Madre, me voy mañana a Santiago / a mojarme en tu bendición y en tu llanto”.
“Hay madre un sitio en el mundo que se llama París / un sitio grande y otra vez grande”.
Así evoca César Vallejo a la madre, en su libro “Trilce”, que es el paradigma de nuestra poesía de vanguardia y luego en sus sobrecogedores “Poemas Humanos”.
José Martí, en el siglo XIX escribía, en la dedicatoria de un retrato desde la cárcel, víctima del yugo español: “Mírame madre y por mi amor no llores / si esclavo de mi edad y mis doctrinas / tu mártir corazón llene de espinas / piensa que nacen entre espinas flores”.
Y Dulce María Loynaz, desde el siglo XX, le canta a la mujer estéril: “Púdrale Dios la lengua al que la mueva contra ti / Clave tieso en una pared el brazo que se atreva a señalarte / La mano oscura de cueva que eche una gota más de vinagre en tu sed (…) Agua en reposo tú eres, agua yerta”.
Todos los ejemplos tienen la hermosura del ardor y de la palabra; pero quiero finalizar con la décima del poeta Armando López Rondón, que dedica a su madre muerta.
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